Hoy es uno de esos días en los
que me ha costado mucho trabajo sonreír, es de esos días en los que siento tener una olla de presión dentro de mi
espíritu lista para explotar a la vez que hago grandes esfuerzos para ser o
pretender ser la mujer maravilla que todos esperan.
Siento la carga emocional al
tope, me duele la cabeza pero más me duele el ímpetu, me siento retenida,
sujeta, ahogada como sumergida en medio de dos criaturas que me necesitan feliz
y complaciente las 24 horas del día mientras yo solo quisiera 6 para dedicarlas
únicamente a mis intereses.
Me siento terriblemente sola,
triste, abandonada, olvidada, subestimada, pero supongo es parte de la vida
misma tener sentimientos de pronto similares de vez en cuando. Y me llena de
coraje tener estos estremecimientos porque debería ser yo un ente de cambio y
tratar de sacar lo positivo de cualquier cosa porque en gran medida lo siento
como un deber.
Sé que muchos pensaran que soy
algo estúpida y que estoy sujeta a millón prejuicios y que… no se tal vez tengo
una máscara que oculta mi verdadero yo, que voy en contra de la ética que trato de
promulgar pero que más auténtico que esto, soy humana como cualquiera y también
soy un ejemplo vivo de una mujer que carga un peso de años de violencia y ahora recuerdo que por eso mismo no puedo
desfallecer en el intento que costara pero se lograra con una dosis alta
de autocontrol y decisión que a veces se
quebranta como hoy por ejemplo.
Sentir el peso del juicio y ese
deseo de querer complacer a los demás es el sentimiento que hoy trata de
devorarme y siento que es mi deber ganar una batalla más en la cruzada por
alcanzar mi autenticidad.
Me falta energía… y ha llegado la
noche en la que soy dueña de unos
cuantos minutos entrecortados entre exigencias de todo tipo pero no es útil,
huyo a un lugar oscuro donde lo peor de
mí surge y veo a una madre incapaz, que no sabe dar lo que los otros necesitan,
extremadamente imperfecta, llena de basura y donde se mezcla la que quiero ser
y que obviamente no soy.
Y me recrimino ¿qué diablos pasa
conmigo, qué anda mal en mí y que hago
para librarme de todo el peso que tengo encima y poder sacudirme de esa
sensación de amargura?
Ser madre soltera no es fácil y
es por eso que creo que todas quienes lo somos merecemos un mejor trato dentro
de la sociedad. Un impulso de emprender un proyecto me invade, porque siento
que en nuestro medio no hay grupos de apoyo nos hace falta hacer tribu,
apoyarnos entre nosotras mismas y me vuelve a sujetar ese sentimiento de
impotencia.
Hace 2 días iba en el sistema de
transporte público, una mujer con un bebe en brazos y otro que no pasaba de los
3 años entro en una unidad abarrotada de gente simulando ser sardinas, yo una
sardina más busque a alguien que pudiera ofrecerle su asiento le dije a una muchacha - “señorita le puede
dar su asiento a la señora” y me respondió -“y yo por qué si acaso soy hombre,
para qué tienen tantos hijos!” nadie dijo nada, tenia la garganta llena de todo
un discurso con unos cuantos improperios pero hay veces en que más vale la paz
a una guerra (por llamarlo así) sin sentido, indignante realidad nos hemos
vuelto egoístas insensibles inhumanas ¿dónde está la solidaridad femenina?
porque ahora vemos de esa manera a los demás? donde esta nuestro corazón…!
Había tanto dentro de mí, que me
sentía intoxicada…
Creo que más hubiese valido no
escribir esto por aquello de, si no vas a decir nada bueno preferible no lo
digas, pero bueno ya está.
Prometo poner manos a la obra
para buscar tribu y si no la hay intentar crearla lejos de intereses económicos que
parecen enfermar al mundo en un momento en el que necesitamos recogimiento y
serenidad.
En fin amigos la verdad no espero que les
guste esto, a veces determinados ejercicios de desnudez emocional resultan
soeces para quienes los leen. Un abrazo
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